En
cuanto a las reglas de la representación, algunos teóricos que
estaban influenciados por el teatro greco-latino y por las normas que enumeraba Aristóteles en la Poética, pensaban que para
que fuera verosímil una obra dramática debía someterse a las tres reglas
clásica:
Unidad
de tiempo: el argumento representado en la obra no debe exceder las
doce horas.
La
unidad de lugar: toda la acción representada debe suceder en el
mismo espacio.
La
unidad de acción: la obra debe representar una única acción
protagonizada por los personajes principales.
Estas
reglas, como se puede intuir, provocaron dos tendencias opuestas:
Los
que respetaban las reglas. Propio del teatro francés de la segunda
mitad del siglo XVII
Los
que rompían las reglas. Propio del teatro isabelino y del español.
|